Para volver, hay que ir
Sugerencias: un patio con macetas, encaje de bolillos, ovejas, bicicletas, sillas de enea, ventanas enrejadas. Calor. Una aventura: alojarte en una cueva. Un juego: hacer turismo de interior y una ruta a medida de tus ensoñaciones.
La cosa está en volver al pasado habitando en una casa-cueva horadada en las entrañas de la tierra; un buen ejemplo de adaptación de la arquitectura popular a las características de su medio geográfico. Estas viviendas troglodíticas forman parte de nuestro patrimonio etnológico y dan lugar a un turismo original, novedoso y lleno de propuestas. Con el confort del siglo XXI en un espacio del siglo XIX es ésta una vivienda bioclimática, es decir, que mantiene una temperatura constante entre 18º y 21º. Te proponemos una ruta por la Manchuela albaceteña, en la Hoz del Júcar, alojándote en casas-cueva y conociendo sus alrededores.
Partimos de Casas Rurales Maribel en Alcalá del Júcar, uno de los pueblos más espectaculares de La Manchuela por sus casas escalonadas, en la ladera en cuya cima se alza un castillo árabe. En la zona existen cinco rutas de senderismo señalizadas, donde puedes pescar cangrejos, lucios, alburnos, truchas, etc., hacer piragüismo, escaladas, paseos en barca, rutas en quads, deportes en pistas polideportivas, etc. Hay sitio para entre cuatro a siete personas por 200 el fin de semana (con IVA y leña incluidos). Divide e irás. En Jorquera, bordeada de murallas almohades (s. XII) y donde aún predomina la arquitectura medieval, podéis ir a las Casas Cueva Al-Axara que tienen una bañera tipo hamman, terraza con jardín y solarium. Desde allí se visitan las tumbas del siglo VI encontradas en las proximidades. El día 22 de mayo se celebra la Romería de la Virgen de Cubas, con alardes de moros y cristianos. Otras opciones para conocer la villa desde estos alojamientos son: Casa Rural La Herradura: tiene capacidad para ocho plazas y una terraza con magníficas vistas al río, y Casa Rural La Cueva, con dos habitaciones excavadas en la roca y una arquitectura y decoración típicas de la zona. ¿Y el comer? La gastronomía manchega es de obligado cumplimiento: habéis de probar el ajo mataero, las migas ruleras, las gachas, el moje, el atascaburras, las judías con perdiz y, el más clásico, el pisto manchego. Y de postre, arrope.
Si, como dice el tango, es un soplo la vida, aprovéchala y márcate unos pasos por este paisaje.
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