La uva, no sólo para el vino
El comienzo del otoño está asociado en muchas regiones de España con el comienzo de la vendimia. La recolección de la uva es una tarea aún escasamente automatizada, por lo que todavía moviliza a un gran número de trabajadores de las zonas rurales para una labor a veces bastante dura. El destino de la mayor parte de la producción es desde luego la elaboración de los magníficos vinos que se producen a lo largo y ancho de nuestra geografía, pero el fruto de la vid también puede consumirse de otras maneras.
La forma más conocida quizá sea la de acompañar cada campanada de Fin de Año con un grano de uva, una costumbre exclusivamente española originada a principios del siglo pasado, concretamente en 1909, cuando se inventó este peculiar rito de la suerte con el fin de dar salida a los grandes excedentes de uva de aquel año.
Cuando se consume como un fruta más, la uva de denomina de mesa, la cual debe cumplir principalmente las características de poseer una baja acidez y ser pobre en azúcares.
Aunque existen varios tipos, la más popular es la variedad denominada Moscatel, que a su vez puede presentar diversas tonalidades (blanca, negra o roja). Casi la mitad de la producción de esta variedad se dedica a uva de mesa y se encuentra sobre todo en las zonas cálidas del Mediterráneo y de ellas se obtienen también unas uvas pasas grandes y exquisitas (en Málaga cuentan incluso con Denominación de Origen).
Hemos mencionado las uvas pasas, que constituyen otra forma muy popular de consumo de este fruto, de las cuales las más valoradas son las que se elaboran a partir de variedades sin pepita. Su uso está cada vez más extendido en nuestra gastronomía y constituye sin duda toda una delicia para el paladar.
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