Curiosidades de las Fiestas patronales
La costumbre pagana de poner a las ciudades bajo la protección de alguno de los muchos dioses que integraban su variado panteón pervivió con la llegada del cristianismo a través del patrocinio de los distintos santos y advocaciones de la Iglesia Católica. No hay ciudad, pueblo o incluso barrio en España que no cuente con al menos un patrón o patrona del cual se sienten orgullosos y en cuyo honor suelen celebrar sus principales fiestas.
Aunque muchas de estas fiestas responden a esquemas similares (novenas y triduos religiosos previos a la fiesta, instalación de ferias, pasacalles y procesiones, ofrendas florales, etc.) a veces tienen lugar curiosas manifestaciones de devoción o de diversión que nos invitan a unirnos a los lugareños a la hora de disfrutar de estas peculiares ocasiones.
Por ejemplo, un caso único y particular es el de la pequeña población de La Copa, en el municipio de Bullas, en el Noroeste murciano, donde dos advocaciones distintas de la Virgen comparten patronazgo y fiestas simultáneas en septiembre. También en esta población de Bullas tuvo lugar otro hecho insólito en relación a su patrona la Virgen del Rosario, y es que ésta no fue escogida como tal debido a ningún evento milagroso atribuido a ella, sino que fue elegida por los vecinos en 1723 en unos singulares comicios en los que derrotó democráticamente a su rival San Bartolomé.
Por otro lado, no muy lejos de allí, en la villa de Calasparra, famosa por sus arroces, se venera por patrones a dos mártires persas tan poco conocidos como San Abdón y San Senén, cuyas fiestas se celebran a finales de julio. Y en Alcàntera de Xúquer, en la comarca del Caroig (Valencia) tiene lugar en septiembre, en la víspera de sus fiestas patronales, una peculiar procesión a un santo muy especial, San Rorro, patrón de los borrachos. Finalmente, y por no extendernos en esta pequeña letanía geográfica, merece la pena que citemos también el caso de las fiestas de la localidad de Navas de Jorquera (Manchuela albaceteña), que se celebran en agosto con motivo de la festividad de San Eleuterio y San Liberato, a los que también les corresponde el curioso honor de ser los Santos Patrones de los herniados.
Al margen de éstas y otras anécdotas, lo cierto es que entre la devoción, el humor y las tradiciones más arraigadas, las Fiestas Patronales constituyen casi siempre un momento muy especial que altera y revoluciona por unos días la vida tranquila y sosegada de nuestros pueblos y aldeas.
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