Economizar y disfrutar en la mesa
El final del verano siempre supone un motivo de tristeza para casi todos, su llegada supone la vuelta a la rutina, al trabajo y, también, pagar todos los excesos que hemos cometido durante el periodo estival. Entre esos excesos siempre hay uno que preocupa a la gran mayoría, el gasto económico tras las vacaciones tan ansiadas y merecidas, a todo esto hay que juntar todos aquellos gastos a los que nos enfrentamos en septiembre como la vuelta al colegio, la compra de ropa nueva, etc.
Desde aquí planteamos una propuesta que pueda ayudar a hacer más llevaderos estas cuestiones, una dieta económica que permita a nuestro bolsillo recuperarse y a nuestro estómago disfrutar de nuevos platos típicos de otras zonas.
Comenzaremos por tierras extremeñas: desde La Serena podemos degustar una receta elaborada con espárragos trigueros. A los espárragos se les acompaña con ajos, rebanada de pan de barra, vinagre, comino, pimentón dulce, hoja de laurel, aceite y sal. Se hierven los espárragos con un poquito de sal, una vez que estén hervidos se sacan y se dejan escurrir. Se fríen los ajos, una vez que estén fritos se sacan y se colocan en un mortero, en este mismo aceite se fríe el pan. Una vez que esté listo se introduce en el mortero con el ajo; a todo esto se le añade un chorrito de vinagre y se dejan que empapen. Una vez que tengamos todo esto, freímos los espárragos, acompañados con una hoja de laurel. Posteriormente vamos machacando en el mortero el pan y el ajo y añadimos comino, pimentón dulce y un poco de sal; machacamos todo hasta obtener una pasta fina. Agregamos un vaso de agua y disolvemos bien. Cuando lo tengamos todo listo lo añadimos a la sartén donde tenemos los espárragos, dejamos que cueza todo hasta obtener una salsa espesa y ya está listo para comer.
Como plato complementario, las atascaburras de Ocaña. Sus ingredientes son muy sencillos y fáciles de conseguir, era un recurso de los arrieros para cuando caía la nieve y tenían que detener su viaje. También se empleó mucho en la postguerra española, en época de racionamiento, ya que se trata de un plato económico que sacia el hambre. Para su elaboración necesitamos agua, patatas, aceite y harina. En una cacerola se pone un chorrito de aceite, se rehoga un kilogramo de patatas partidas en dados y se añade agua. Se deja cocer y antes de que hierva, se añaden unas cucharadas de harina de almortas, dejándolo espesar. Una vez espeso ya podemos saborearlo. La mejor versión incluye bacalao desmigado y también una picada de frutos secos por encima.
Y qué mejor postre que una pieza de fruta propia del levante como la naranja, criada en tierras de Murcia, Alicante o Valencia, saludable y económica.
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